Las personas de hoy son mucho más cuantitativamente sofisticadas que hace una década más o menos. Junto con esa sofisticación ha llegado una disminución en el discernimiento y el juicio. La gente no confía en el juicio humano, y de una manera divertida esa creencia se ha convertido en realidad. Si no tienes ninguna razón para practicar una habilidad, entonces se marchita.
Sigue habiendo abundantes oportunidades en inversiones discrecionales, en selección de acciones, arbitraje de renta fija y macro. (No puedo hablar demasiado de otras áreas, pero no puedo imaginar que sea muy diferente).
La clave es evitar las trampas creadas por el entorno moderno: la información abruma y es absorbida por el ruido; orientación excesiva a corto plazo; no gestionar la diferencia en las expectativas de los inversores institucionales y la naturaleza intrínseca de la estrategia misma.
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Todos estos son problemas difíciles, pero la tecnología puede ayudar, aunque no hay una bala mágica. Hay tanto énfasis en la tecnología como un sustituto de la capacidad humana, y este puede ser un uso poderoso para ella, pero no se debe olvidar que también se puede usar para aumentar la capacidad humana.
No es necesario pensar de manera muy futurista para desarrollar herramientas muy útiles. Los enfoques conceptualmente simples para la gestión de la investigación y para explorar datos y preguntas relacionadas con la estrategia comercial pueden ser muy útiles.