En la vida, debemos ser capaces de cumplir diferentes roles. A veces necesitamos ser un seguidor, a veces un líder; podríamos ser el director ejecutivo (CEO) de una organización en el país pero seguir al CEO del grupo, que sigue la guía de la junta. Estamos influenciando a otros y otros nos están influenciando. Estamos sirviendo a otros, otros nos sirven. Seguimos a las personas y seguimos las ideas. A veces convencemos a otros, a veces seguimos los pensamientos y propuestas de otros.
Ser siempre la persona más inteligente en la sala podría no ser la mejor situación para estar, tampoco como un líder. El colectivo es más fuerte que el individuo. Necesitamos debates robustos. También los líderes deben ser desafiados. A veces el superior decide seguir al subordinado, el CEO, por ejemplo, la opinión del equipo. No es el mejor pagado, pero la mejor opinión adecuada produce el mayor rendimiento.
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Los equipos tienen que encontrar su camino para lograr sus ambiciones, objetivos. Seguir a una autoridad no significa seguir siempre su opinión. Ser el CEO no significa liderar todas las discusiones y reuniones. La presidencia rotatoria es un modus operandi muy común. Los buenos equipos son aquellos en los que todos pueden contribuir y contribuyen a su mejor capacidad. Donde las personas a veces conducen, a veces siguen. Donde todos están comprometidos con la misma misión y luchan por ella día a día, hombro con hombro.
Liderar y seguir son funciones dentro de los sistemas sociales. Existen para hacer que los grupos y las organizaciones sean más eficientes. Dependiendo de dónde nos ubiquemos dentro del sistema, necesitamos encajar, cumplir con nuestro rol. Por lo tanto, no es una elección, es una necesidad de elegir a veces ser un seguidor en lugar de un líder. Ya sea en negocios, política, familia o en un grupo de amigos.