Una buena práctica es OSQ: observar, indicar y preguntar. Básicamente, cuando alguien entra, a veces piden una cosa pero quieren decir otra. En mi caso, trabajando en cosméticos, un ejemplo común puede suceder así:
Cliente: “Necesito una nueva base”.
Yo: “Está bien, ¿has probado alguna base en nuestra tienda antes?”
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Cliente: “Sí, probé X, pero no me funciona”.
Yo: “¿Puedes decirme cómo no te funciona? ¿Qué buscas en una fundación?
Cliente: “Quiero que algo cubra mis ojeras y no es lo suficientemente grueso”.
Yo: “¿Has intentado algo más con tu fundación? ¿Como un corrector, corrector de color o imprimación?
Cliente: “No.”
BINGO.
Verá, el cliente entró buscando una base, pero en realidad no necesitaba una nueva base. Querían algo para las ojeras, y un corrector de color y / o corrector sería más adecuado para su problema.
La mejor manera es hacer estas preguntas abiertas esenciales. De esa manera, puede profundizar y llegar a la raíz de su problema y evaluarlos lo mejor que pueda. Estas preguntas, si bien harán que su consulta sea más larga, le brindarán a su cliente el mejor producto posible y posiblemente le construirán una relación con el cliente para futuros negocios.